domingo, 22 de septiembre de 2013

HISTORIA DE LA FIESTA DE SAN ROQUE - TARIJA

Uno de los ritos de mayor atracción turística, en Tarija, y que se apodera de la memoria de quien asiste a la festividad, tiene lugar cada año con motivo de las celebraciones de San Roque, patrono del barrio del mismo nombre que se levanta en la parte más alta, constituyendo un mirador de la zona central de la ciudad.

De acuerdo al calendario jesucristiano el 16 de agosto debiera ser la fiesta, sin embargo en la práctica sucede que se inicia el primer domingo de septiembre con la visita del Peregrino de Montpellier por la capital, como se lo conoce a San Roque; quien, según asevera el escritor Víctor Varas Reyes, nació en dicha ciudad al sur de Francia en 1295 y falleció el año 1327. Huérfano de padres a los veinte años de edad, según la misma fuente, menospreció las riquezas materiales debido a esta pérdida de sus progenitores y dedicó sus desvelos al cuidado de los enfermos. El perro que acompaña siempre a la imagen del santo, le habría prestado auxilio en una celda carcelaria donde fuera recluido por el supuesto delito de espionaje y, por ello, el día 16 de agosto se celebra el día del perro.
El denominado ‘martes de encierro’, a nueve días del primer domingo de septiembre, millares de personas forman la procesión, acto religioso en que la imagen es conducida de la iglesia homónima por todos los templos citadinos, haciendo un alto en la capilla del Hospital San Juan de Dios, donde es llevada la efigie para mitigar el dolor de los enfermos allá recluidos. Según cuenta la tradición, casos hubo en que pacientes que se encontraban postrados en cama recuperaron la salud a la sola presencia del santo; motivo por el que se lo llama el “médico del pueblo”.

El poeta tarijeño Octavio Campero Echazú ha cantado así:
“Campanitas de San Roque,
tonadilleras del barrio:
¡Echad al viento de agosto
las coplas que añoro tanto!

Y llamad a la más lírica
de las zagalas del campo,
para que prenda en el coro
el toronjil de su canto.

La anuncia el eco profundo
de un sollozo lento y largo
que ulula en la caña, al viento
como la voz del pasado.

¡Ven zagala, a ver la fiesta
Más pintoresca del año!” (1)

El sonido ya tradicional de la ‘caña’ (instrumento de viento), acompaña la procesión y los ‘chunchos’ (danzantes), se abren en columnas de dos para seguir a la imagen, brindando colorido a la festividad merced al atuendo llamativo y a los penachos de plumas que portan. Esta especie de promesantes pertenece a diferentes estratos sociales y con devoción interpretan cánticos de alabanza al sacrificio de San Roque: “De tu novenario santo/ ya llegó el último día/ con qué corazón me aparto/ Roque Santo Peregrino./ Tu calzado es la luna/ tu vestido es el sol/ manto bordado de estrellas/ corona del mismo Dios”.
El santo, barbado y de mirada tierna, provisto de sombrero alón, túnica y capa larga, lleva una cadena que va unida al collar de un can que en su peregrinaje lo guía. No deja de ser extraña al medio la vestimenta que usa; no obstante ello, diríase que San Roque es el más tarijeño de los santos, así como la Virgen de Chaguaya la más reverenciada de las santas, que tiene su Santuario en la comunidad de Padcaya, provincia Arce del Departamento de Tarija, a 68 kilómetros de la ciudad por carretera. Las peregrinaciones empiezan el 15 de agosto y se prolongan hasta el 14 de septiembre.
De los pueblos y comarcas vecinas, legiones de chapacos suelen viajar a objeto de participar en los festejos, que concluyen con la siempre esperada “despedida de San Roque”, oportunidad en la que ‘los chunchos’ hacen gala de un rítmico compás al son de la quenilla, el tamborcito y de las ‘cañas’ que se entrecruzan en el aire.
En la pequeña plazuela de San Roque se llevan a efecto juegos populares en los que intervienen niños y jóvenes, en tanto que en los alrededores se expenden los más variados platos de comida criolla. La gente que habita el populoso barrio organiza y ejecuta todas las actividades.
Lo más curioso es que existe una prolongación de la fiesta bajo el nombre de ‘San Roquitos’ y ‘San Roquecitos’ (de acuerdo al mayor o menor tamaño de la imagen), que se celebra en otros barrios (2).
Aproximadamente entre los años 1959 y 1960, recuerdo que en plena celebración arribaron a la ciudad los poetas Eliodoro Ayllón Terán y Jorge Canelas López, con objeto de brindar un recital; el mismo que se llevó a cabo en el teatro de Acción Católica, oportunidad en que Ayllón Terán, al desgranar su destacado poema ‘Pido la palabra’, fue muy ovacionado por tan sentidos versos de elevado contenido social. Antes de que concluyera el acto, Canelas volvió al escenario para recitar un poema escrito la noche anterior, tras haber asistido a la procesión, dedicado a San Roque; conmocionando de júbilo y alegría a los presentes que se pusieron de pie para aplaudir al joven vate cochabambino. Fue un acto cultural que dio mucho que hablar en los días sucesivos.
A propósito de este poeta que murió muy joven, Porfirio Díaz Machicao escribió: “Todo lo que le deparó la vida fue una hora para el canto. Todo lo que le concedió la muerte fue la vida entera para su canción inolvidable”. En tono maternal, la poetisa Rosa Fernández de Carrasco lo llamó “muchacho de las cejas de golondrina en vuelo”.
Si bien la festividad de “San Roque” tuvo sus orígenes en la época colonial, al mediar una marcada influencia religiosa, hoy pervive en la capital chapaca con características de ceremonial místico pagano de hondo arraigo en los sectores populares. Sorprende y admira por la policromía y ritmo e inscribe en el calendario departamental a la fiesta más tradicional que conserva Tarija.

Notas.-
(1) Fragmento de ‘En la fiesta de San Roque’
(2) Estampas de Tarija, por Agustín Morales Durán, Imprenta UMSA, 1975, pág. 140

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